MESA REDONDA I: “Iniciativas Jurídicas y Lactancia. Guía Jurídica de Lactancia”
En esta mesa, las integrantes del grupo de trabajo del Proyecto “Iniciativas Jurídicas y Lactancia”, compartiremos con los/as asistentes las situaciones a las que se enfrentan las madres cuando regresan al trabajo tras su maternidad de la mano de las asociaciones que han participado en el proyecto.
Existe unanimidad en que el permiso de maternidad vigente está desfasado porque es, sencillamente, escaso. No es nada nuevo, llevamos 30 años pidiendo que se amplíe mínimo hasta los seis meses, entre muchos otros motivos, porque la OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante ese periodo. Cuando termina el permiso de maternidad, faltan todavía diez semanas para cubrir el tiempo de lactancia materna exclusiva, y eso implica hacer malabarismos para conseguirlo. En muchos casos, no se cuenta con la complicidad y comprensión de familiares, compañeros/as de trabajo y jefes/as, lo que muchas veces agrava el calvario. El permiso de lactancia está sujeto a convenio, por lo que en muchos casos no se puede acumular en jornadas completas. En el caso de las trabajadoras autónomas que repercutiría directamente sobre sus retribuciones. Hay familias que, además de todo esto, como tienen que dejar a sus hijos/as en escuelas infantiles. Han de luchar para que admitan su leche, aquella que instituciones y muchas madres consideran la mejor para su bebé.
La realidad de la maternidad en la actualidad
Esta es la realidad de las mujeres de nuestro entorno, las de un país teóricamente desarrollado que ni siquiera pone en valor ni la leche materna ni el esfuerzo de las mujeres que trabajan y amamantan. Y todo ocurre en un momento de alta vulnerabilidad, en pleno puerperio, sin reconocimiento social de recuperación tras el parto, durante el duro proceso de adaptación a su nueva maternidad. Como se suele decir: se exige a estas mujeres que trabajen como si no hubiesen parido, como si no amamantasen a sus bebés. Porque percibir que nuestros bebés nos necesitan, a nosotras y a nuestra leche, y manifestarlo, es un atrevimiento que recibe como castigo la indiferencia, la culpa y un total desamparo.
Hay mujeres, muchas, y bebés, otros tantos, que no son protegidos durante su maternidad y durante sus primeros meses de vida respectivamente. Estamos hablando de los riesgos laborales, esos a los que estamos expuestas y transmitimos a nuestros bebés durante el embarazo y a través de nuestra leche, la leche a la que tienen pleno derecho. Existen leyes que nos protegen a ambos, pero que en muchos casos no se cumplen, en especial durante el período de lactancia. Y ¿qué ocurre entonces? Pues que algunas mujeres que deciden/pueden denunciar, y obtienen sentencias favorables, son indemnizadas con lo que les correspondería si no se hubiese ocasionado el daño. Pero el daño, la preocupación y la lucha que genera la situación de desprotección no se evalúa, no se indemniza. ¿Por qué las empresas que incumplen estas leyes no son multadas? Existen multas específicas, pero que las empresas que dejan en situación de desprotección a sabiendas no pagan, y ni siquiera las que, además, son reincidentes. Esto está pasando hoy y aquí, a las mujeres y a los lactantes en España.
«Hemos visto llorar a las mujeres de otras asociaciones mientras nos contaban las situaciones vividas durante su vuelta al trabajo»
Ante estas situaciones, demasiado habituales por desgracia, y otras, que aunque raras pueden ser rocambolescas, las mujeres reaccionan de distinta manera dependiendo de su situación familiar, social y laboral. No todas pueden denunciar, no todas tienen apoyo, ánimo o capacidades para aguantar la presión cuando vuelven al trabajo tras haber reclamado. En varias reuniones durante el desarrollo del proyecto, hemos visto llorar a las mujeres de otras asociaciones mientras nos contaban las situaciones vividas durante su vuelta al trabajo. Algunas de ellas, lloraban recordando lo que habían vivido incluso varios años atrás. La mayoría de ellas, soltaban su llanto contenido ya que, por fin, habían encontrado el lugar donde eran escuchadas y comprendidas. Revivir esos momentos con lloros, y todavía con angustia, nos hace ver el trauma no superado, un trauma invisible a los ojos de la sociedad. Al fin y al cabo, todas las madres acaban volviendo al trabajo y ¡no pasa nada! Bienvenidos al país de “y ¡no pasa nada!”, la dilapidaría frase que cierra todas las puertas al amparo y la comprensión.