Entrevista a Diego Hernández, Neonatólogo

Diego Hernández participa en el XIII Congreso FEDALMA 2016. A su cargo está la Conferencia «Epigenética y lactancia materna, el mejor inicio para cambiar el mundo».

“La lactancia materna puede influir no solo en el presente, sino en el futuro de la salud de nuestros hijos”

Neonatólogo del Hospital General de Collado-Villalba (Madrid). Ha desarrollado parte de su carrera profesional en el Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGRCR), tiempo durante el cual se convirtió en colaborador del grupo de apoyo a la lactancia materna de Oro Blanco Ciudad Real y participó en diversas ponencias y encuentros.

diego hernandez

Entrevista

Epigenética, un concepto bastante desconocido. ¿Qué significa?

Es un concepto antiguo que ha retomado fuerza en los últimos años. Se refiere a la parte de los genes que es posible que se modifiquen por distintas circunstancias: el medio ambiente, la alimentación, el clima, el lugar donde se vive… Estos factores tienen impacto sobre los genes y son capaces de modificar esa información que pensábamos que era invariable: nuestro mapa genético.

¿Qué papel juega ahí la lactancia materna?

Es uno de esos factores que puede modificar dichos genes. Es una de las intervenciones alimentarias (y no solo alimentaria, sino como modo de crianza y relación con nuestros hijos) que sabemos que puede impactar no solo en el presente de la salud de nuestros hijos sino en su salud futura a base de modificar la genética y que eso, a su vez, se transmita a siguientes generaciones.

Al ser la pauta natural, ¿el impacto sería cambiarlo?

La lactancia materna sería la norma y aquellas generaciones que han estado sometidas a otro alimento son las que se ven afectadas por esos cambios genéticos. Recuperar la lactancia materna de manera predominante es lo que volvería a promover cambios en la genética. En mi campo, que es la salud humana, redundaría en una mejor salud.

Supongo que estos efectos se ven a largo plazo, ¿son ya palpables esos efectos o aún no?

A lo largo de la vida de una persona ya se pueden ver cambios epigenéticos. Si un bebé toma desde el inicio leche de fórmula, puede hacer que tenga más apetencia por la comida más azucarada. Esos genes se pueden alterar y hacerle más propenso al sobrepeso o con mayor apetencia por los dulces. Como ha modificado esa información genética con esa predisposición, lo transmitirá a su descendencia. Se puede cerrar un ciclo de transmisión de información que no es conveniente en ese caso, si tomamos el mal ejemplo. Mirándolo por el lado positivo, si recuperamos la lactancia materna el cambio sería al revés.

Fue Oro blanco quien le propuso abordar este tema. ¿Qué conocimiento tenía previamente?

Nunca había profundizado en el tema por la complejidad y porque a priori se conocía poco. El interés me venía desde hacía tiempo, pero, al no ser directamente aplicable a mi trabajo, lo había dejado de lado. Mientras tanto, me he preocupado por promover actitudes saludables sin pensar en el impacto que podía tener sobre la genética. Oro Blanco me planteó este tema coincidiendo con un curso al que asistí y a partir de ahí fui profundizando: es impresionante ver cómo ciertas cosas impactan no solo en la superficie sino la impronta que dejan en lo más profundo, que es la información genética.

¿Es este un argumento para seguir promocionando la lactancia materna?

Es un argumento de peso. Pensar que las intervenciones que hagamos no solo tienen un impacto individual y presente, sino que estamos modificando probablemente lo que va a pasar en el futuro con nuestra sociedad y con los individuos. Es un argumento para seguir en ese camino, para seguir apoyando factores saludables como el inicio de una alimentación con lactancia materna exclusiva.

Entre los profesionales, ¿hay formación en este sentido?

Nos suena muy de lejos. La formación en lactancia en general en el personal sanitario es desgraciadamente todavía escasa. Parece haber un interés, pero es superficial, está ahí pero poco se atreven a profundizar. Sin embargo, es una parte fundamental para poder modificar nuestras conductas como profesionales, pasar por una formación uniforme en la que todos hablemos el mismo idioma y no confundamos a las familias. Hay que trabajar en la misma línea, con la evidencia científica que nos respalda y que permite que todos podamos hacer las mismas recomendaciones. El estilo lo pone cada uno, pero las recomendaciones están claras. Afortunadamente, sí que hay un interés creciente y mucha gente está dedicando tiempo a mejorar la formación de quienes trabajan en salud. Queda un largo recorrido.

Pasó un tiempo en Ciudad Real y aprovechó para colaborar con Oro blanco. ¿Qué balance hace de ese periodo?

Estuve más de seis años en Ciudad Real. En líneas generales, el balance fue muy positivo. En cuanto al desarrollo profesional, me afiancé como pediatra dedicado a la lactancia y parte importante de poder dar ese salto fue encontrar el grupo y tener el ‘feedback’ de las madres, que me contaban cómo se sentían tratadas por los profesionales. Fue una experiencia bonita y permitió que me desarrollara y avanzara, además de intentar cambiar algunas cosas en el hospital, pero también fue un camino plagado de dificultades: el escepticismo, las viejas costumbres, las influencias comerciales… Había mucho trabajo por hacer cuando yo me fui. También me quedo con que muchos compañeros se contagiaron del entusiasmo por cambiar las cosas y me consta que sigue intentando poco a poco, dentro de sus posibilidades, hacer bien a la lactancia y a las madres. Sin duda, como en muchas otras partes, el apoyo tiene que ser más uniforme y constante. Encontrar el grupo fue un descubrimiento porque antes no había trabajado con ellos y me pareció una manera maravillosa de estar con la gente y recibir tanto críticas constructivas como cariño por las cosas bien hechas. Es un movimiento con fuerza y entusiasmo, con ganas de hacer cosas y de hacerlas bien. Me llevé grandes amigos.

Ahora está en Villalba, en un hospital de nueva creación. ¿Es más fácil implantar estas rutinas al empezar desde cero?

Sí. Una de las cosas que más me costaba era luchar con rutinas establecidas y empezar un hospital desde cero, con gente joven, bien formada y con ilusión de hacer bien las cosas, está suponiendo que establecer rutinas sea más sencillo que en otros sitios. También es cierto que vivimos un momento en que, afortunadamente, tenemos mucha evidencia que apoya nuestro trabajo. Uno de nuestros argumentos es que es más fácil empezar las cosas bien que cambiarlas después, y eso es algo que gusta mucho no solo a los pacientes, sino también a quien maneja los hospitales a nivel de gestión. Lo que invirtamos ahora en lactancia va a ser un ahorro futuro y es más barato que otras medidas hospitalarias. No nos está costando, por tanto, instalar rutinas favorables a la lactancia en el hospital.

¿Qué sentirá al regresar a Ciudad Real?

Estoy muy ilusionado de volver para reencontrarme con compañeros y amigos, así como disfrutar de un congreso que se está preparando con muchísima ilusión.